Publicado en Reforma el 13 de Julio
Modelo bombon por Denise Dresser
El copete acicalado. La sonrisa diamantina. La novia famosa.
El gobierno dadivoso. La publicidad omnipresente.
La pantalla alquilada. La alianza del guapo y los corruptos.
Los componentes centrales del modelo
de competencia política que el PRI construye
y con el cual logra ganar.
Los ingredientes fundamentales de la estrategia que el PRI despliega
y con la cual logra arrasar.
Una ecuación cuidada, perfectamente planeada:
cara bonita + dinero + televisoras + publicidad + PRI dinosáurico
= triunfo electoral.
Una fórmula concebida en el estado de México
y ahora instrumentada exitosamente a nivel nacional.
Una fórmula patentada por los artífices de la "experiencia probada",
en busca de algo que puedan vender como "nueva actitud".
El modelo bombón. El modelo golden boy.
El modelo Peña Nieto.
Con resultados a la vista y confirmados en esta elección.
Distrito tras distrito, presidencia municipal tras presidencia municipal,
diputación tras diputación, estado tras estado.
Corredores azules que se vuelven tricolores;
bastiones panistas que pasan a manos priistas;
territorios del PRD que dejan de serlo.
Guadalajara y Zapopan y Cuernavaca
y Toluca y Ecatepec y Tlalnepantla y Atizapán y Naucalpan.
Tan sólo en el estado de México,
el triunfo en 40 de 45 distritos electorales.
El PRI, beneficiario del voto de castigo
por una economía que se contrae más del 7 por ciento.
El PRI, beneficiario de la inseguridad
que la popularidad presidencial no logra remediar.
El PRI, beneficiario de un PRD que se devora a sí mismo
y un PAN que se traiciona a sí mismo.
Pero más importante aun, el PRI beneficiario
de la mejor inversión que ha hecho en tiempos recientes:
la campaña publicitaria permanente
que lleva a miles de mujeres a exclamar -en mítines de campaña-
"Peña Nieto bombón, te quiero en mi colchón".
El Astro boy de Atlacomulco, una criatura concebida
por la dinastía política más importante del país
que ahora busca dominarlo de nuevo.
El político Potemkin, producto de un entramado
de intereses políticos y empresariales
que combina la modernidad mediática para llegar al poder,
con los viejos métodos para ejercerlo.
El mexiquense metrosexual construido con carretadas de dinero:
por lo menos 3 mil 500 millones de pesos
en cuatro años de autopromoción mediática
descritos por Jenaro Villamil en su nuevo libro
Si yo fuera presidente: el reality show de Peña Nieto.
El posible candidato presidencial, seleccionado, asesorado y adiestrado por personajes
como Arturo Montiel y Alfredo del Mazo y Carlos Salinas de Gortari
y ejecutivos de Televisa
y muchas manos más que peinan el copete.
Venden el producto. Posicionan la marca.
Enrique Peña Nieto, emulando a diario la estrategia salinista
basada en la inauguración de grandes
obras y el cumplimiento de pequeños compromisos.
Promocionando a diario la lista de libramientos construidos,
tractores regalados, apoyos económicos entregados.
Ejemplo de lo que Octavio Paz llamó el "Ogro Filantrópico";
ese Estado que no construye ciudadanos sino perpetúa clientelas.
Millones de mexicanos educados para vivir con la mano extendida, parados en la cola,
esperando la próxima dádiva del próximo político.
Como los 9 mil que se aprestaron a celebrar el cumpleaños de Mario Marín hace unos días
y los 200 que hicieron cola para abrazarlo.
Como aquellos para quienes la corrupción se vale cuando es compartida.
Como aquellos que volvieron a votar por el PRI en el estado de México,
a pesar de las marrullerías de Arturo Montiel
y las marometas llevadas a cabo por su sucesor para encubrirlo.
Enrique Peña Nieto, actor de un espectáculo continuo, perfectamente producido,
escenificado y actuado en la pantalla más grande del país.
El candidato de "El Canal de las Estrellas" que hasta novia le consiguió.
El candidato que las televisoras hacen suyo y se encargan de edificar.
Con promoción política disfrazada de infomercial;
con paquetes publicitarios que incluyen la compra
de entrevistas en los principales noticieros;
con la cobertura de un romance que recibe más atención
que la guerra contra el narcotráfico;
con el silencio televisivo que se guarda sobre el caso de Atenco
o los feminicidios en el estado de México o cualquier
tema controvertido que podría evidenciar las fauces
del joven dinosaurio.
Hay un Plan de Trabajo que Televisa ha puesto en marcha y cuyas instrucciones
Peña Nieto sigue al pie de la letra: te doy la pantalla desde la cual propulsarte
y me das una presidencia a la medida de mis intereses.
Un trueque permanente de favores, dinero, gestión política
a cambio de impunidad y promoción mediática.
Como advierte Julio Scherer García, la fórmula Peña Nieto
es sencilla: comprar el tiempo en la televisión,
corromper y corromper, mentir y mentir, aprender
que a los aprendices se les puede y debe aprovechar.
Todo para apoyar al joven muñeco, atractivo por su presencia física
a costa de la inteligencia y la pulcritud moral.
Todo para que el poder regrese a las manos de la mafia.
Todo para que el PRI vuelva a Los Pinos.
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